martes, 26 de mayo de 2009

2 - El MÉDIUM DE LA MÚSICA ES LA INTERIORIDAD : EL OÍDO COMO "ÓRGANO TEÓRICO"

El sentido de una historia universal de la música es filosófico, depende del hecho de que sea posible determinar la incidencia del pensamiento en la música: un "pensamiento musical". En esto se juega tanto la historicidad de la música (que no ha de confundirse, por cierto, con la mera cronología) como el carácter universal de esa historia. He aquí el lugar preponderante que ha tenido la música occidental europea. Esto no significa que la música que no ingresa en esta condición exhibe necesariamente menos riqueza ni que el análisis de sus estructuras presente menos dificultades, sino que lo decisivo es precisamente la condición propiamente histórica de la música occidental (podrán vislumbrarse en este marco problemático las enormes dificultades teóricas que enfrenta la tarea de intentar determinar el sentido del "acontecimiento histórico" en la música). Por cuanto se trata de una historia interna, la música permanece abierta hacia lo desconocido, en una relación cada vez más consciente con las fronteras que han de ser superadas. Habría una relación entre la lucidez a la que la subjetividad moderna ha llegado, en un proceso de progresiva secularización e inmanencia del mundo, y la condición estética de ese mundo en el pensamiento.

En las Lecciones sobre la estética, Hegel ubica a la música en un lugar superior con respecto a la arquitectura, la escultura y la pintura. Nos interesa el criterio conforme al cual Hegel concede a la música esa "superioridad". En efecto, la historia del arte es, en el marco de la filosofía hegeliana, la historia de la relación del sujeto con una trascendencia de la cual no es posible una intuición ni experiencia directa; debe por lo tanto el espíritu alienarse en el medio (salir de sí hacia sí) en cuanto que dicha mediación comporta la gravedad de una materialidad que no se traduce por completo en espiritualidad y que por lo tanto permanece como una exterioridad. En esa relación de la subjetividad consigo misma permanece un residuo de materia, de modo que la relación misma (entre la subjetividad y su "objeto") conserva en parte la alienación de la subjetividad; en otras palabras, ésta no vuelve del todo a sí misma (traduciendo todo estímulo externo a una idea). Ahora bien, ese "residuo" de materia es progresivamente menor en la historia del arte (en donde cada "género" ha sido la condición para el desarrollo del siguiente, de manera que la historia del arte en Hegel puede ser leída como la historia de la desmaterialización de la obra de arte), y de aquí el lugar que ocupa la música, después de la pintura y antes de la poesía. Escribe Hegel: "precisamos de un material que en su ser-para-otro sea inconsistente e incluso desaparezca ya en su nacer y ser-ahí [...], este completo retraimiento a la subjetividad tanto desde el punto de vista de lo interno como de la exteriorización, lo consuma el segundo arte romántico: la música". Es decir, la música es propiamente un arte y se inscribe por lo tanto en la historia en la medida en que implica una relación con una trascendencia. Esta trascendencia lo es con respecto a la materia en general, por lo que el telos de esa historia es la relación de la subjetividad consigo misma. ¿Cómo podría tener lugar esa relación sin que ello signifique la disolución de toda trascendencia posible en la pura arbitrariedad de la subjetividad del individuo?

Podría decirse que en cierto sentido, a propósito de la música, Hegel invierte los polos de gravedad de la relación en la experiencia de la obra de arte: en la experiencia del arte musical la relación es necesariamente subjetiva. Esta condición necesaria tiene que ver con el hecho de que el material de la música es el sonido: "con el sonido abandona la música el elemento de la figura externa y de su visibilidad intuitiva, y precisa por tanto también para la aprehensión de sus producciones de otro órgano subjetivo, el oído, que, como la vista, no se cuenta entre los sentido prácticos, sino teóricos, y es incluso más ideal todavía que la vista". El sonido es determinado por Hegel ante todo como vibración y resonancia, en esto consiste su condición de acontecimiento estético todavía material; la diferencia con respecto a las otras artes es que siendo la vibración el modo de existir del sonido, su materialidad se resuelve por entero en la recepción que la subjetividad hace de ella, de aquí la determinación del oído como "órgano subjetivo" y también teórico. En el sonido no permanece -como sí ocurre, por ejemplo, con la pintura- una materia exterior. Lo decisivo aquí es que el "completo retraimiento a la subjetividad" en la música consiste en que, a diferencia de lo que ocurre con la visibilidad en la pintura, la materialidad en la experiencia de la música es por completo la que constituye esa misma experiencia. No queda un resto de materia de la cual se pueda decir que se ha tenido una experiencia auditiva, no existe otra materialidad que la del sonido, no queda más materia que la que la subjetividad es capaz de sentir. Que la sensación o, más exactamente, que el sentimiento provocado por los sonidos sea una actividad del sujeto y no mera pasividad supone en la materia el intervalo o la diferencia que sería precisamente el lugar y el tiempo en donde ese sentimiento se elabora. De este hecho estético se sigue, por ejemplo, el privilegio del piano con respecto a lo "sentimental".

Pues bien, si el sonido es la relación misma con el arte de la música, ¿qué es lo que se escucha en la música? O, dicho de otra manera, ¿qué clase de trascendencia es esa que ni permanece en el exterior como materia "apaciblemente subsistente" ni se disuelve en las arbitrarias asociaciones subjetivas del psiquismo individual? Que el modo de ser del sonido sea la vibración y, por ende, la resonancia, significa que es precisamente por la vibración que la materialidad del sonido se dispone para una apropiación puramente ideal. He aquí lo constitutivo del arte de la música: "tomado como objetividad real, el sonido, frente al material de las artes figurativas, es del todo abstracto". Esto significa que, "mediante su libre oscilación inestable, muestra que es una comunicación que, en vez de tener para sí misma una subsistencia, debe ser ahí sólo sostenida por lo interno y subjetivo y sólo para lo interno subjetivo". Podría decirse que en Hegel la música es una materialidad que carece de "cuerpo", de manera que la trascendencia que en la música es experimentada se resuelve ante todo como contenido. La música romántica es precisamente una música que se define por el contenido y en ese sentido por la idealidad. Este contenido es pleno de subjetividad ya en el trabajo de la composición.

viernes, 22 de mayo de 2009

1 - LA MÚSICA EN LA HISTORIA DE LA SUBJETIVIDAD

El desarrollo de una comprensión filosófica de la música se encuentra sin duda estimulado y hasta en cierto modo exigido por la producción musical contemporánea. Compositores como Pierre Boulez, Karlheinz Stockhausen, John Cage, Pierre Henry, Yanis Xenakis y otros han hecho de la música un arte radicalmente conceptual, tanto desde el punto de vista de la arquitectónica de la obra como del proceso mismo de composición, al punto de que en muchas oportunidades la estética musical ha devenido en lo que podríamos denominar preliminarmente como una poética de la construcción (y cuyo discurso estético alcanza en ocasiones ribetes casi místicos). Sin duda que esto reviste especial interés para un tipo de filosofía que desde hace ya un tiempo trabaja en la revisión y cuestionamiento crítico de los modelos conforme a los cuales se ha constituido el sujeto moderno (cuestionamiento en el que obviamente conceptos como los de `autor' y `obra' no permanecen incólumes). Esta situación contrasta con el escaso interés filosófico que ha generado la música en otras épocas, como ocurre, sin ir más lejos, en la filosofía de Kant, cuestión no menor si tenemos en consideración el poderoso influjo que ha tenido, hasta el día de hoy, la Crítica de la facultad de juzgar con respecto a la formalización de la estética idealista en general. En Kant la música permanece en un lugar inferior con respecto a las otras artes debido a la presencia excesiva de su materialidad: la música "habla a través de muchas sensaciones sin concepto y, por lo tanto, no deja algo para meditar como la poesía (...)". Todas las observaciones que hace Kant con respecto a la música se dirigen precisamente a su dimensión material, lo cual reviste para nosotros por ahora el mayor interés, pues en el siglo XX los trabajos con la materialidad del sonido, primero en la denominada "música concreta" a finales de los años 40 y luego en la "música electrónica" recién iniciados los años 50, serán acontecimientos decisivos a favor del carácter conceptual y, en algunos casos, casi místico que adquiere la música en la segunda mitad del siglo XX. Detengámonos brevemente, pues, al comenzar, en el análisis que hace Kant del arte musical en el parágrafo 53 de la tercera Crítica.

La música, afirma Kant, "es más goce que cultura", esto debido a que las facultades cognoscitivas (el entendimiento y la imaginación) son convocadas en grado mínimo. La subjetividad es conducida desde ciertas sensaciones hacia ideas absolutamente indeterminadas (ideas difusas que, por lo tanto, se disuelven antes de terminar de presentarse), por lo que incluso las sensaciones mismas que la música provoca consisten en impresiones transitorias que se disipan rápidamente. Lo decisivo aquí consiste en el hecho de que, según Kant, la música no ofrece a la imaginación un objeto duradero que exija a la imaginación en su "libre juego" adecuarse al entendimiento: la música no da que pensar. Kant no logra establecer una diferencia precisa entre el ruido y el sonido en la música o, mejor dicho, al no llegar a determinar la dimensión subjetiva de la música, la condición propiamente material del sonido musical predomina siempre, haciendo de la música un estímulo demasiado pasajero (como lo es, en general, el ruido disipándose en el espacio) e incluso, en ocasiones, molesto: "a la música le está asociada una cierta falta de urbanidad, en cuanto que, sobre todo según las cualidades de sus instrumentos, difunde su influjo más lejos de lo que se le pide (hacia la vecindad) y de tal modo se impone, por decir así, quebrantando la libertad de otros, ajenos a la sociedad musical; lo que no hacen las artes que hablan a los ojos, pues no hay más que desviar los ojos cuando no se quiere acoger su impresión". Esta especie de inercial difusión espacial de la música destaca precisamente esa materialidad por la que la música puede devenir simplemente en ruido dada la fragilidad de su dimensión estética. Evidentemente, al permanecer Kant referido a la dimensión material, por lo tanto externa, del sonido musical piensa inmediatamente el espacio como el medium más propio de la música, sin hacer ninguna referencia al tiempo. En este sentido se entiende que la música no ofreciera un interés propiamente filosófico para Kant, pues al no detenerse en su dimensión temporal la música no tiene relación interna con la subjetividad.

Para aproximarnos a entender en qué sentido puede ser la música un objeto de investigación filosófica, resulta conveniente considerar su diferencia con una cierta línea de la musicología hoy. En efecto, en el marco de la crisis de los esencialismos y universalismos (crisis, por lo tanto de la filosofía, pero también crisis ella misma radicalmente filosófica), algunos musicólogos definen lo que ha de entenderse por música como "aquello que una comunidad humana determinada designa como (su) música". Esta perspectiva otorga a la musicología un carácter predominantemente antropológico, en donde la atención preferente hacia la singularidad del caso resaltará la dimensión expresiva y, en ocasiones, contenidista de la música. A diferencia de este enfoque (aunque no necesariamente contrario), la relación filosófica con la música supone en el objeto mismo la autoconciencia, es decir, la obra es ella misma portadora de un concepto cerca del arte, lo cual es a la vez la condición esencial de la autonomía en el arte, también en la música. De hecho, podría decirse que la musicología se constituye como disciplina precisamente con la autonomía de la música, lo cual implica aquella peculiar lucidez que sanciona la emergencia del proceso y de las formas. Antes de esto la teoría no es posible, pues el "objeto" no se recorta sobre sí mismo, no emergen su propio cuerpo estético y densidad histórica. En efecto, una cosa es la obviedad de la afirmación de que la música es una creación humana, históricamente condicionada en su forma, y otra cosa es el desarrollo de la música producida conforme al valor de la subjetividad, una música que debe su origen, en el proceso mismo de creación, a la progresiva conciencia (autoconciencia) de la música como obra. En este sentido, la estética hegeliana significa un acontecimiento fundamental para la posibilidad de una filosofía de la música. Lo que queremos señalar es que esta autoconciencia está presente no sólo en la reflexión "acerca" de la música, sino en la producción misma de la obra musical. Asistimos en la actualidad, en los debates y análisis en torno a la crítica y análisis cultural, a una reposición de la idea de lo barroco (ya circula con cierta legitimidad el concepto de "neobarroco"). En este sentido, no sería descaminado pensar que el itinerario de la autoconciencia en la música, y la consecuente aceleración de su historia, tiene en el Barroco un impulso decisivo, dada precisamente la voluntad expresiva y de forma que lo caracterizan: "Todo el Barroco [en la música] consiste en una búsqueda del `efecto' […]. Los caminos que va a abrir conducirán lejos: hasta nuestros días. En la nueva época de la vida del mundo, los días valen por años. La Edad Media contaba por siglos y el Barroco por décadas".

sábado, 9 de mayo de 2009

Hoppípola.

Brosandi                                                         Smiling
Hendumst í hringi Spinning round and round
Höldumst í hendur Holding hands
Allur heimurinn óskýr The whole world a blur
nema þú stendur But you are standing

Rennblautur Soaked
Allur rennvotur Completely drenched
Engin gúmmístígvél No rubber boots
Hlaupandi inni í okkur Running inside us
Vill springa út úr skel Want to erupt from a shell

Vindurinn The Wind
og útilykt af hárinu þínu An outdoor smell of your hair
Ég anda eins fast og ég get I breathe as hard as I can
með nefinu mínu with my nose

Hoppípolla Jump into puddles
Í engum stígvélum With no boots on
Allur rennvotur(Rennblautur) completely drenched(Soaked)
Í engum stígvélum With no boots on

Og ég fæ blóðnasir And I get a nosebleed
En ég stend alltaf upp but I always stand up

Og ég fæ blóðnasir And I get a nosebleed
En ég stend alltaf upp but I always stand up

Todo ser humano sobre la tierra debe ver este video:
http://www.youtube.com/watch?v=AvzkagVvOxs