jueves, 30 de octubre de 2008

La hipocresía respire, vive, humea, se alimenta en cada uno de nosotros, en tu mujer, en tu amigo, en el trabajo, en el burdel. Te empapa como una baba viscosa de la que no te puedes deshacer. Al principio pensabas que era desamor, o el sentimiento de fracaso que lleva ahogándote desde los treinta y tantos. A veces uno cree que puede huir de ella: el alcohol, el sexo, las religiones... las palmaditas en la espalda de tu astuto jefe... no, no seas iluso, sabes que nunca te abandonará porque, por mucho que lo intentes, la hipocresía eres tú.

1 comentario:

Diego Alonso Sánchez dijo...

Buen texto en clave confesional (futurista alusinado, creo) aunque le falta algo más de nervio, de tedio, de ira -incluso-, porque para hablar así de otra persona es porque: 1. te importa, por eso la analizas; 2. eres tú mismo en un juego mediocre de 3era persona; o 3. quieres causar una reflexión que ventile las penurias humanas y sus fracasos. En estos tres casos, uno debe manifestar compromiso elevado, sin hipocresía, claro.
Ojo con la concordancia gramatical: "La hipocresía respire, vive, humea" debería ser "la hipocresía respira, vive, humea". Estas son imágenes bastante vallejianas: "Por entre mis propios dientes salgo humeando,
dando voces, pujando, bajándome los pantalones..." Ja.
La última frase ("la hipocresía eres tú") me recuerda al relamido verso de Bécquer: "¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tú".
Esa será la clave del sentido del texto?