jueves, 11 de septiembre de 2008

¿cuánto tarda una tarde de setiembre en llegar a diciembre?

No sé cuanto realmente dura una transformación.
Pero sé cuanto tuve que esperar para ver eso que creí ver desde un principio.
Un principio en donde solo veía caras amarillas multifacéticas. Caras en las que no sé realmente por qué creí ver un diamante en bruto. No lo sé, pero la verdad es que eso ya no importa. Lo que importa es que lo vi y ahora veo que ese diamante se desembruteció y se convirtió en uno bastante inteligente, consciente de las cosas, con una visión crítica de las mismas, con ganas e ideas de/para cambiar todo lo que considere posible de cambiar, una implacable lucidez.
Estoy seguro de que esta transformación de la que habló traerá, con el tiempo, otras transformaciones con magnitudes mucho más elevadas.
Y será irónico pensar pensar que estas transformaciones de grandes magnitudes de las que hablo empezaron siendo círculos amarillos de dos milimetros de radio.
Tardó 10 meses, de diciembre a setiembre, el comienzo de todo esto. Digo "el comienzo" porque sé que de acá en adelante nadie la para. Y estoy seguro de que el diciembre que se viene cosechará los frutos que se sembraron en el diciembre pasado.

¿Pericles?

1 comentario:

Magenta dijo...

Conchatumadre por qué me haces esto?!
Creo que voy a llorar :')
Ya te dije que te quiero??